Lo primero que se puede observar en la Ciudad de México cuando oscuerece es como pequeños destellos de luz eléctrica, artificial, comienzan a hacer su aparición para iniciar el proceso paulatino de un escenerario lúminico para invitar a sus habitantes a continuar realizando sus actividades cotidianas. En muchas avenidas, plazas y parques este escenario lúminico es prácticamente continuo dejando espacios mínimos en la penumbra, sin embargo en otras muchas calles y plazas apenas y podemos deslumbrar un foco lejano tratando de abarcar la mayor área posible de manera insuficiente.

 

 

Planteando la situación anterior, irónicamente tanto los espacios altamente iluminados como los que lo están pobremente, se caracterizan por su falta de usuarios viviendo la ciudad a la escala de peatón, miles de watts, pareciera, siendo practicamente desperdiciados iluminando escenarios donde los actores se niegan a salir. El espacio urbano se vuelve el trasfondo de un infinito juego líneal de luces de los automoviles, que pareciera son los única opción para poder vivir las calles en la noche.

 

 

“Los habitantes de la ciudad han perdido la noche, la libertad de caminar y vivir las calles”

(Bañuelos)

 

El siguiente proyecto tiene como objetivo entender mediante una recompilación fotográfica como la Ciudad de México mediante sus elementos urbanos como fuentes de luz se conjugan con los espacios urbanos y los habitantes de tan contrastada urbe una vez que llega la noche.